De mil maneras,
conozco la mirada de tus ojos pardos.
No tienes lunes al sol;
todos los días han barado tus horas.
Prejubilado, parado de forma prematura
deambulas como si estuvieras de prestado
en tu propio cuerpo.
Atrás se amontonan
los años de las dificultades de todo comienzo;
de las carreras por el metro de madrugada,
cuando no existían las calles
de solitaria compañía.
Décadas aquellas donde todo parecía posible
y cuando el trabajo
no sólo eran la seguridad de los tuyos
el coraje, el valor y la honradez...
Amigos y compañeros
que se han ido marchando
ahogados por ese tedio amargo
que mata más que cualquier otro cáncer
y se fueron sin tiempo
a despedirse siquiera...
De aquellas fotos de tu álbum secreto,
se han ido desapareciendo
por ese mismo sentimiento
de olvido indiferente.
Y yo te hablaría de que mi amor
creció en ese instante
en que tu soledad,
se volvió nuestra compañera,
y mi peor enemiga...
martes, 8 de septiembre de 2009
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